Así nace (y se hace) una estrella: cómo Jennifer Lopez consiguió triunfar en la música sin ser cantante
“Mi primera impresión fue la de que ella era la artista más hambrienta con la que probablemente me había encontrado jamás. Quería conseguirlo con todas sus fuerzas”. Esta es la percepción que tuvo el multipremiado productor musical Cory Rooney, colaborador de artistas como Michael Jackson o Destiny’s Child, cuando se encontró por primera vez con Jennifer Lopez. La artista estaba a punto de cumplir 30 años, una edad quizá algo tardía para los estándares del olimpo de la industria musical, pero su empeño y talento valían más que una cifra en su DNI. Hacía ya algunos años que la del Bronx había dejado de ser una bailarina de programas de televisión para convertirse en una prometedora actriz de Hollywood, con el papel de la malograda ‘reina del tex-mex’ Selena Quintanilla como mejor pasaporte hacia una meteórica carrera como intérprete. Pero Lopez, que vio cómo incluso su propia voz era descartada en el montaje final del filme, antepuso triunfar sobre los escenarios del mundo antes que en las colinas de Hollywood. Y el primer paso para convertirse en una de las diez mujeres más triunfales de la historia de la industria musical, con una fortuna estimada en 400 millones y un eco mediático que sigue produciendo réplicas 24 años después, fue su exitoso y controvertido primer álbum, On the 6.
Cuando Jennifer Lopez lanzó If You Had My Love, el primer sencillo del disco, había pasado más de un año desde la última vez en la que una mujer, Britney Spears con su Baby One More Time, había ocupado los primeros puestos de las listas de éxitos. Ella repitió hazaña apenas un mes después del lanzamiento y, además de alzarse como una de las canciones del verano de 1999, cimentó un estatus de privilegio que mantiene a día de hoy. Waiting for Tonight, Let’s Get Loud (coescrita por Gloria Estefan) o No Me Ames fueron otros de los hits de un trabajo alabado por crítica y público gracias a su mezcla de sonidos pop, disco, r&b, hip-hop y lo que la propia artista denominaría como ‘latin soul’. Porque Lopez nunca trataría de ocultar sus raíces latinas (la bandera puertorriqueña la acompañaba en la presentación de su primer trabajo y, 20 años después, en la Super Bowl) ni su origen humilde.
El título del álbum es una referencia al número de la línea de metro (la 6) en la que viajaba cada día del Bronx a Manhattan buscando cumplir el sueño americano. “Todo era nuevo para mí, nunca había estado en un estudio. Nunca había grabado música. Solo había cantado en espectáculos y musicales. Aquí la ignorancia fue una bendición. Sabía que estaba haciendo un disco, pero eres tan joven que ni siquiera te das cuenta de lo grande que es todo”, evoca Lopez, cabeza de cartel de la explosión latina de principios de siglo protagonizada también por Ricky Martin, Marc Anthony, Shakira o Enrique Iglesias. Ella terminó por cimentar su posición estelar en la ceremonia de los Grammy unos meses después del lanzamiento del LP, luciendo el icónico vestido verde estampado y con aberturas de Versace que inspiró la creación de Google Imágenes.
Además de su novio de la época, el rapero Sean ‘Diddy’ Combs –también conocido como Puff Daddy–, el autor intelectual y financiero detrás del salto a la primera línea de J.Lo fue el todopoderoso Tommy Mottola. Al frente del sello Sony Music, el ejecutivo había catapultado a la fama a Mariah Carey, de quien se acababa de divorciar. “Teníamos a todos los que eran alguien en aquel momento trabajando para el proyecto. Cada gran productor y cada gran letrista”, ha confesado Mottola a Billboard sobre la creación de On the 6. Las desventuras amorosas de Mottola dieron pie a la primera gran controversia en torno al disco, asegurando varias fuentes que el magnate despechado había robado melodías y samples de las futuras canciones de su exmujer –que se había marchado de la discográfica tras su separación– y se las había dado a Lopez. Un par de años después, cuando le preguntaron a Carey su opinión respecto al predicamento global de J.Lo, dejó para la historia de los memes su mítico ‘I don’t know her’ (‘No la conozco’). Una rivalidad entre divas que sigue haciendo correr ríos de tinta en la prensa y que ellas mismas parecen reavivar de cuando en cuando.